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Flor amarilla

En la mesa
Te contemplan
Como si muerta  estuvieras
caballo blanco arropa tu cuerpo
Como si de frio
Fuera a morir o de tiempo
Y espacio que se lleva
Tus placeres al olvido.
Te han dicho que estas muerta,
Que en un florero debes estar,
Con un poco de agua y sin moverte poder

Te atan sobre palos y forman coronas
De tus hojas,
O bien te deshojan sobre la mesa
O simplemente se cree que un adorno debes ser por tu color amarillo
¿Acaso alguien ha pensado que un tulipán
Debiste ser, antes de perder la memoria?
¿Acaso has olvidado que clase de flor eres?
Te han dicho que en la muerte y en las tristezas
El cempasúchil es el mejor,
En altar de comida para el muerto
Decenas de veces eso has escuchado
Que ya crees todo lo que dice el pan.
Te dice que es mejor por ser de azúcar
Y de buena consistencia.
...La verdad es que murió de diabetes.

El mole verde te molesta,
Diciendo que sin comida no hay fiesta
Y Las fotos te resultan grotescas
Por depender de tu estética,
Subes entonces al marco,
Enredándote
Para que luzca mejor,
Lastimas tu rígido cuerpo,
Pero sabes que sin ti el resultado sería peor,
Similar al pez sin el océano.
Por eso buscas estar al margen
del rostro del que ha sonreído en su vida anterior.
Y siempre lidiar con las hojas debes.
Aquellas  de colores que las cortan
Para hacer figurillas sobre ellas.

En ese cuadro
De suvenires donde el de la otra vida
Viene de compras,
Siempre se lleva el aroma,
Las cucharas soperas
Te comprenden
Nadie de estos visitantes los toca
Y permanecen fríos.
Yo siendo metal y trinche para el alimento,
el tenedor que ni de palillo sirve,
Pues aroma no genero y nadie toca ni la ensalada
Con mi cabeza.
Yo que no tengo color,
Yo que soy frio y con deficiencias,
Que incluso si me usaran,
Se caerían algunas cosas,
Pues hay espacios grandes entre cada una de las líneas
Que conforma mi cabeza.
Yo creo que sin tu presencia,
No hay lenguas de gato
Saboreando tú aroma
Ronroneando al pie de la mesa.

Me han dicho las veladoras
Que un día tuve pies de sapo
Y alas de mosca,
Que un día tenia forma humanoide.

Me han dicho las veladoras
Que el pan no me tolera,
Yo detesto de todo,
Detesto de él,
Detesto que mi cabeza se ensucie de mole verde o rojo
O que me hundan en arroz dulce o en comestibles…

Pienso…espero… respiro
Me confundo
no sé cuál ha sido mi vida
En esta vida los visitantes ni de suvenir o de amuleto me llevan consigo.

Hoy he decidido huir, no importa si rasgo el mantel
O si mato a las veladoras,
Me arrojo al vacio,
Este es mi escape
Sé que aun puedes caminar,
Estas suspendida
Estas en amarillo
Yo solo frio tengo.
No estás muerta,
Has olvidado tu nombre
Has olvidado tus placeres,

Este es mi escape.
Te espero bajo las cuatro patas de la mesa
Donde el mantel cubre el olvido,
En el punto de reunión de los vivos y los muertos








Beso de un sapo a una flor amarilla

Lesión labial
en minutos
solitarios
produce el sapo
cuando en silencio y quieto explota.
Ahoga su disgusto en caricias al aire;
una hermosa flor rehúsa ir a su estomago.
Colores fuertes desagradan a su vista
dulce como el rostro de leche.

Flor maldita
es mentira el olvido
porque pocas hojas de tu cuerpo
el sapo ha de llevar en su enorme
panza,
que no guarda recuerdos,
sino el color de la vida.
Amarillo como la estética
del tulipán,
o como el hueso en descomposición.
Bajo la piel
de un sapo negro
habitan verbos y caricias
de las hojas que de una flor
se desprenden en silencio y en horas sin descifrar.
Vuelan y se pierden por el viento
pero a la boca de un tragón anfibio
llegan, cuando la flor piensa que
ha dormido.
En ese momento
se escucha el canto a la lluvia
de un sapo,
aquel iluso  que canta al cielo.
Pretensioso anfibio
que busca el bienestar de la flor;
que siempre caiga agua
sobre la misma.
Y en riego siempre permanezca
pues la sequia, estará siempre en la negra piel
del cantante, que recita por la noche
Croac….croac

Dicen que los sapos nunca muerden,
solo saborean la comida que no desea ser digerida…
Que la flor y el sapo nunca vienen por separado
pues ambos viven en pantanos
donde su pensar explota en los pétalos
y  en los oídos nunca deja de escucharse el eterno
 croac croac… croac.








The lonely sock

Allí va aquel viejo calcetín
jugando en el remolino
de la lavadora,
desgastándose más que de costumbre.
Se gasta con el uso
se pudre con el caminar…
Allí roba un olor al pie
inconfundible,
eso lo hace único,
imprescindible lo hace en lo diario.
Arropa los pequeños dedos de la planta del pie,
aquellas falanges que nadie quiere
por siempre ir muy cerca del piso.

¿Cómo es aquel valor
 que se ignora del trapo de tela?
¿Qué valor tiene un trapo?
¿Acaso los agujeros
que asoman la piel
lo hacen de menor relevancia que la camisa
o el pantalón?

En esta ocasión ha caído al suelo
justo en el momento de tirar la ropa
a la lavadora maquina,
ha caído justo cuando la camisa cae
al centro, justo al chorro del agua.
El ruido de esta pequeña cascada
y  la ligereza de la cubierta de pies
han hecho que pase desapercibido.
Las manos continúan haciendo su labor,
arrojan ropa y mas ropa.
Los pies se acercan cada vez más a la fría maquina,
van empujando  al calcetín debajo de la quita manchas.
Se aproxima al olvido y al polvo que se oculta
allí donde las arañas hacen su vida,
con las prendas pequeñas
que se olvidan … por ser  diminutas.

Seguro que alguna  vez fue amado
por la suerte que brindaba
o por las acciones fortuitas
que brindaban placer,
cuando el infante no puede explicar
el porqué de las cosas.
Cabe mencionar
que con agujeros y a pesar de los años
fue amado, por llevar la suerte,
por ser especial en situaciones de agobio,
…como el amuleto de la suerte.
Los años le afectaron
primero dejo de proteger al talón
pero no por eso dejó de ser usado.
Después dejó de cuidar al más pequeño de los dedos,
pero aguanto algunos días más…

En ese momento en el que se pensaba que se iría la suerte
se miran al otro pie y allí hay otro semejante.
Tela del mismo color; el par.
El par de la suerte,
que acompaña al miedoso en el primer día de clases
y brinda confianza,
sin duda alguna
…el amuleto de la buena suerte.

Pobre calcetín olvidado
ha perdido a su semejante,
ha compartido los días con telas de otros colores.
Telas que cubren al pie solo por ser su función.
¡Desagradable color! ¡Desagradable  olor!
El es tela vieja, está roto…eso es peor en telas.
Si ya no cubre, no sirve,
dice la camisa.
Pantalón se mofa, dice que la prenda
es mejor unitaria y en grandes cortes.
que prendas pequeñas y en pares
son débiles, son frágiles.
Y duran poco en la quita manchas.
Es tan diminuto y se encuentra
desgastado, que en ocasiones para  no morir
dentro de la lavadora, se enreda al suéter.
La camisa de larga manga
lo critica y juzga, por ser imprudente
por impulsivo ser.

Esa fue la ruta más corta a la lavadora,
donde las prendas los juzgaban y se mofaban
Por ir siempre al suelo,
Por ser el más sucio,
Por llevar el peor de los olores,
Protegiendo los dedos del  pie.
¡Aquellos que nadie quiere
por besar el suelo y ensuciar los labios de tela!


Ahora se encuentra bajo la lavadora
esperando que algún día hagan limpieza
y al menos lo quemen
mientras recuerdan los días de la infancia
que compartió
con aquel pie al que brindo calor,
aquel desprotegido pie  al cual  brindo confianza
y acompaño en los caminos sucios
y en los días de lluvia, en el lodazal
o el polvo.