miércoles, 8 de diciembre de 2010

Paroxismo


Paroxismo

Me inspiro de tus ojos,
hermosos cuando lloran.
Menciono en cada diálogo
tu pelo negro
(fácilmente atractivo).

De los poemas
escritos por mi mano,
nunca había agotado
mi pensar
en describir y dedicar.

Mis textos
en pequeñas servilletas decoradas
(a veces con algún grabado,
otras con algunas manchas)
nunca terminaban,
repletas de alto contenido estético.
¡Una razón más para asombrarme!
¡Tu imagen ha consumido mi atención!

 De las palabras
que he guardado en el  bolsillo
durante el estado más inocente de la noche,
ha nacido un temor al despertar
sin la delicada belleza
de la mujer
a la que se escribe:
Musa, inspiración
o como sea el caso convencional.

Dudando
del contexto
mantengo mis ideales
sumergidos, quietos;
esperando tu mirar.
(pequeñas esferas que nunca dejan de asombrarme;
delicados ojos de nomeolvides).
 
Más de una noche
imagino las
conversaciones

                      limitadas,

mínimas a unas cuantas    
             palabras
                          de cortesía.

Ahora, han convertido mi vida interesante…

Nunca he
tenido tanto placer
por escribir.
Al fin conozco un placer prohibido:
“Escribir para alguien
que mate la creatividad
y  congele las acciones
con tan sólo virar directamente a su imagen”.

Idiotizado
por las pocas horas
mirando tu cuerpo,
han bastado
para inspirarme
inagotablemente
de ideas.
El problema
es evocarlas,
cuando no encuentro
tu frágil, delicado y hermoso
cuerpo.

Las líneas agresivas
a las que he sometido algunas
veces mi ánimo,
carecen ahora de moral.

No hay comentarios:

Publicar un comentario